Hola a todos y a todas.
¿Os acordáis de mí? Yo os echo mucho de menos.
Cuando todo esto empezó,
estaba en el cole. Pero, con un esfuerzo sobrehumano (mejor dicho,
sobregatuno), conseguí llegar a su casa, la de ella (ya sabéis a quién me refiero).
¡Ay!, cómo me acuerdo de
mi visita al museo. Y, más aún, de mi viaje por el espacio: ¡qué inmensidad,
qué libertad, qué felicidad!
Pero ya sé que ahora las
cosas han cambiado. Sé que todos y todas estáis en casa. ¡Muy bien,
requetebién, hay que quedarse en casa!
Yo también estoy en casa,
sin salir. En realidad, no me supone mucho problema: los gatos somos muy
caseros, como sabéis.
Mi amiga la perrita
Claudia sí sale, sobre todo a hacer sus “cositas” en la calle (porque no sabe
usar la bandeja de arena, ni tiene). Vive en otra casa, en el edificio de
enfrente, pero nos vemos todos los días.
Lo que sí hago es asomarme
todos los días a la ventana (no tengo balcón) a aplaudir con mis patitas
delanteras. También lanzo algún “miau”, ¡para qué os voy a engañar! Es en ese
momento cuando Claudia y yo nos vemos.
Ella, la que mencioné al
principio… no sé qué hace, pero lleva varios días que no para de teclear en el
móvil y en el ordenador. Y a mí me han entrado ganas también.
Alguna vez le he pisado el
teclado (hay muchos gatos que hacen eso), y ha tenido que echarme de encima de
la mesa.
Hoy, por fin, ha entendido
mi mensaje: “quiero que escribas una carta por mí, yo te voy diciendo…”.
Y se ha puesto a ello. Y
aquí está la carta.
Ella la ha escrito, pero
la última frase (la que va en mayúsculas) la escribí yo, tecleando con mucho
cuidado, con su ayuda, con mi pata delantera (la izquierda, porque soy zurdo).
Como es fácil imaginar, tardamos bastante, pero mereció el esfuerzo.
Sería el gato más feliz
del mundo si recibiera noticias vuestras, aquí, en este blog (una carta, un
dibujín, un vídeo… lo que os apetezca).
¡Bueno, me despido ya!
Ufff, si cuántas ganas!!!! Sergio ha intentado escapar de casa ya varias veces🙉🙉🙉
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